Magdalena Fernandez: Cuando el Espíritu Sopla Sobre las Aguas

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Así como en el budismo se habla de ‘linajes de enseñanza' que definen una manera de abordar la naturaleza de la realidad que viene dada por la mirada particular de una escuela, podemos también en el arte hablar de linajes para desembarazarnos de categorías más estrictas de pertenencia que son siempre limitantes. Si los linajes están determinados por puntos de inspiración marcantes que van floreciendo individuados en cada artista, podemos decir que la artista Venezolana Magdalena Fernández (Caracas, 1964) es un florecimiento tardío de los movimientos cinéticos y neo-constructivistas venezolanos que son su inspiración genésica, o al menos su filiación imaginal dentro de lo nacional. Ya estos artistas se distinguieron del geometrismo purista de los modernos cruzando sus abstraccionismos con el mundo de lo sensorial, tal como lo encontramos en el meticuloso trabajo de Carlos Cruz-Diez sobre la percepción del color, impactado por los altos tonos de trópico; la propuesta vibracional de los Penetrables de Jesús Soto, que desmaterializan el espacio e invocan los sonidos de caídas de agua con la participación del espectador; o en las estructuras constructivas de Gego donde matemáticas y poéticas crean tejeduras orgánicas que se relacionan directamente a la experiencia del espacio.

Así mismo, el trabajo de Magadalena Fernández se ha movido dentro de una reflexión sobre lo geométrico hecha, no exclusivamente desde el logos rígido asociado al abstraccionismo geométrico moderno, sino desde una vinculación con lo erótico- intuitivo que la lleva a hacer cruces y acercamientos con las formas y los elementos del mundo natural, en un espíritu que le es del todo propio.

Detrás de la engañosa apariencia homogénea y contundente de Superficies, hay un tejido complejo de intenciones y temas urdidos con extraordinaria intuición y genio que hacen que la presentación de la exposición tenga varias aristas. Por una parte, Superficies como lo dijo espontáneamente Magdalena al presentar brevemente el proyecto por vez primera, es un homenaje al cuadrado, a esa forma máxima de abstracción y sus posibilidades en el espacio. Es por otra parte una meditación sobre cómo el espacio deviene lugar de acuerdo a las experiencias sensoriales del cuerpo que lo transita, tal como lo presenta magistralmente su curadora, Sandra Pinardi. Es también una puesta en escena personalísima de la diferencias y relaciones entre la pintura y el dibujo. Y por último, el gran tema, el tránsito (o debería decir la transmutación?), un tránsito que va de la geometría a la sensación, así como de la sensación a la geometría. Dicho en otras palabras, el trabajo aborda el proceso de naturalización de lo abstracto y de la abstracción de la naturaleza. En las siguientes notas quiero abrir algunas minúsculas ventanas a algunas de mis fantasías sobre ese proceso que encuentro todavía tan sorprendente, y sobre retazos de una biografía que realmente no quiere ser contada sino insinuada.

Así mismo, el trabajo de Magadalena Fernández se ha movido dentro de una reflexión sobre lo geométrico hecha, no exclusivamente desde el logos rígido asociado al abstraccionismo geométrico moderno, sino desde una vinculación con lo erótico- intuitivo que la lleva a hacer cruces y acercamientos con las formas y los elementos del mundo natural, en un espíritu que le es del todo propio.

Detrás de la engañosa apariencia homogénea y contundente de Superficies, hay un tejido complejo de intenciones y temas urdidos con extraordinaria intuición y genio que hacen que la presentación de la exposición tenga varias aristas. Por una parte, Superficies como lo dijo espontáneamente Magdalena al presentar brevemente el proyecto por vez primera, es un homenaje al cuadrado, a esa forma máxima de abstracción y sus posibilidades en el espacio. Es por otra parte una meditación sobre cómo el espacio deviene lugar de acuerdo a las experiencias sensoriales del cuerpo que lo transita, tal como lo presenta magistralmente su curadora, Sandra Pinardi. Es también una puesta en escena   personalísima de las diferencias y relaciones entre la pintura y el dibujo. Y por último, el gran tema, el tránsito (o debería decir la transmutación?), un tránsito que va de la geometría a la sensación, así como de la sensación a la geometría. Dicho en otras palabras, el trabajo aborda el proceso de naturalización de lo abstracto y de la abstracción de la naturaleza. En las siguientes notas quiero abrir algunas minúsculas ventanas a algunas de mis fantasías sobre ese proceso que encuentro todavía tan sorprendente, y sobre retazos de una biografía que realmente no quiere ser contada sino insinuada.

Hieros Gamos
Una de las cosas que me fascina del trabajo de Magdalena es su involuntaria espiritualidad, y digo involuntaria porque estos contenidos a los que me refiero nunca forman parte de un discurso deliberado o una posición intelectual o metafísica confesa, ella expresa su interioridad y sus obsesiones sin mediación. Pero la experiencia mía y de otras personas al vivir las obras, tal como se presentan en Superficies, es casi una experiencia extática, una experiencia donde , para decirlo con un giro genésico, uno siente al Espíritu soplando sobre las aguas. Es espiritualidad en el sentido más lato, tal como lo definió Erich Neuman en su bellísimo ensayo sobre el “Hombre Místico”: “Para nosotros lo místico es una categoría fundamental de la experiencia humana que, psicológicamente hablando, se manifiesta dondequiera que la conciencia todavía no es, o donde no está ya efectivamente centrada alrededor del ego (…) puede manifestarse como experiencia religiosa, como amor ,como creación artística, como una idea genial, una ilusión (…) La auténtica, fundamental experiencia de lo numinoso no puede ser sino anticonvencional, anticolectiva, y antidogmática, pues la experiencia de lo numinoso es siempre nueva”. Es muy difícil, muy arriesgado indagar sobre las fórmulas que hacen de una obra de arte o de una situación u objeto cualquiera vehículos de una experiencia numinosa, pero creo que en las obras que Magdalena presenta en Superficies hay un suceder fundamental que posibilita ese tránsito ( ese otro tránsito), y es que ella logra hacer un matrimonio entre opuestos de tal efectividad que experimentarlo quita el aliento. La imagen más antigua de la conjunción de opuestos es el hieros gamos , que era el ritual del matrimonio sagrado en sociedades agrarias entre el dios y la diosa, cuyo fruto renovaba la fertilidad de la tierra. Los alquimistas retomaron esa misma imagen en el matrimonio del Rey y la Reina, cuyo fruto, el filium philosophorum, era el elixir de vida que todo los sanaba, que todo lo transmutaba. El Rey y la Reina alquímicos son lo Femenino y lo Masculino arquetipal. Lo masculino es así: logos, la verdad ,el pensamiento, acción, razón. Y lo femenino eros, sentido, sentimiento, receptividad, emoción. La conjunción de los opuestos sigue siendo hoy, tanto en la psique individual como en la colectiva y sus manifestaciones culturales, sociales y políticas, el gran trabajo por hacer. En la obra de Magdalena los opuestos a los que me refiero son los grandes protagonistas de su obra: agua y geometría. La geometría es hija del logos matemático, es por así decirlo su cuerpo visible, es pura razón, es abstracción. Es masculina. Las mujeres, por lo general, tenemos más dificultad que los hombres relacionándonos con el abstraccionismo geométrico pues echamos de menos el sentido al que apuntan las formas reconocibles. El agua, por otra parte, es elemento que siempre ha representado a lo femenino primordial, la fertilidad, la emoción, lo potencial. Aguas es naturaleza y mundo manifiesto. Es el genio artístico de Magdalena   el que convierte sus formas geométricas matemáticamente concebidas, sus calculados constructivismos, en vehículos de los movimientos, luminosidades y transparencias esenciales del agua, es un genio alquímico que al lograr ese matrimonio entre lo masculino y lo femenino deja al espectador bajo el impacto de un encuentro con una ‘tercera cosa' que se convierte en una ventana a estados de integración solo lejanamente intuidos pero fieramente deseados.

Ancestros in situ
Esta asociación aparentemente arbitraria entre el abstraccionismo geométrico y lo espiritual es sorpresiva tan solo si se ignoran unos cuantos datos que aunque están a la vista son tratados como los ‘trapos sucios', o al menos incómodos, de la modernidad. Hay que empezar por decir que la geometría misma, viene ya cargada ( o contaminada, según el punto de vista que se vea) de sentido místico desde la antigüedad, no hay sino que pensar en Platón ( “ Dios geometriza ”, dijo), o en la escuela Pitagórica y seguirle pista desde entonces a los conceptos de la geometría sagrada que encontraban en la naturaleza patrones y estructuras geométricas que revelan el principio metafísico de la inseparabilidad del todo con la parte en el cosmos. Voy a citar solo dos ejemplos tardíos: Dice el astrónomo Johanes Kepler ( en Harmonices Mundi , 1619): “ La geometría existía antes de la creación de las cosas, tan eterna como el espíritu de Dios; es Dios mismo, y le dio el prototipo para la creación del mundo ”. Por su parte afirma Giordano Bruno en 1591 afirma: “El orden   de una figura única y la armonía de un número único le dio origen a todas las cosas ”.

Volviendo a los datos incómodos, nadie que se pasee por las salas de Superficies puede ignorar las presencia de homenajes que Magdalena hace, más o menos deliberadamente según el caso, a Mondrian y a Malevich, maestros que sirven para ilustrar a la perfección cómo los imaginarios de los artistas pioneros de los geometrismos modernos estaban cruzados de intenciones y asociaciones originales que distaban mucho de ser proposiciones artepuristas. Piet Mondrian (1872 – 1944) , el más puro y decidido de los grandes precursores de la abstracción, ingresó en la Sociedad Teosófica Holandesa en 1909 y decía que lo había aprendido todo de Madame Blavatsky. De la Teosofía sacó su permanente convicción de que la vida estaba destinada a la evolución y que la meta del arte era darle expresión a este principio. También surge de allí el concepto de que el progreso hacia la revelación última llega a través del equilibrio y la reconciliación de fuerzas opuestas. A Mondrian le importaba mucho la tensión entre los vertical y lo horizontal, y de acuerdo a sus anotaciones, las líneas negras que estructuran sus grandes planos de color y más tarde el puro conjunto de estructuras cruciformes que mejor lo caracterizó, representan la batalla hacia la unidad de la dualidad cósmica y la simetría religiosa que es la malla que sostiene al universo material.

Kasimir Malevich (1878 – 1935 ) es el pintor ruso que originó el Suprematismo (1913), un movimiento artístico fundamentado en una gramática geométrica a base de cuadrados y círculos. Malevich era un místico, influenciado   por la Teosofía y por Piotr Ouspensky, matemático ruso y principal colaborador del influyente místico Georges Ivanovich Gurdjieff.  Malevich, que era un contemplativo, definió al Suprematismo como un medio para mostrar los estados supremos de la consciencia a través del supremo estado de la pintura que es la no-objetivación. Esta no-objetivación del Suprematismo es la destrucción radical del mundo objetivo, y no reconoce más que un solo mundo, el del abismo del ser. Así, su obra más famosa, el famosísimo Cuadrado Negro (1913) era para él a la vez “ el símbolo absoluto de la modernidad ”, sentimiento purísimo y un ícono de lo divino absoluto y no manifiesto, del que sólo se puede decir lo que no es. De hecho cuando el Cuadrado Negro se presentó en la última exposición Futurista en Petrogrado, en (diciembre, 1915) , la obra estaba colgada en un rincón del techo de la sala donde las familias ortodoxas colgaban sus íconos ( llamada la   “esquina dorada”) y al entrar, el público se santiguaba. Por otra parte la luz para Malevich siempre tomó los rasgos de lo sagrado. Su obra Blanco sobre Blanco (1918) -también una referencia importante para saber ver los ecos lejanos de la propuesta de Superficies - era para él la luz antes de la creación del mundo, antes de que iluminara los objetos y les diera la forma y el color.

Si consideramos al cuadrado de Malevich, tanto el negro como el blanco, como una imagen del Absoluto sin atributos,   del Vacío perfecto, la vía negativa, el cuadrado de Magdalena viene a ser para mi, en casi todas sus epifanías, y particularmente en Venecia (3i000, Superficies ), un ícono femenino de lo Supremo que integra logos y eros, materia transparente al espíritu puro, un plenum de aguas originarias que afirma el mundo manifiesto y es capaz de dar el gran SI sobre su superficie elemental. Via positiva.


Postales biográficas

Verbatum. Agua

Todo mi trabajo está basado en el agua, en el reflejo de la luz sobre su superficie, en sus transparencias, en el movimiento de la luz, en los reflejos que se quiebran. Yo pasé mi vida entera junto al agua, estaba siempre con mi familia en el mar, en el río. Es mi experiencia.”

Esta etapa del trabajo donde aparece el agua en video surge de una visita a Venecia en año 2000, cuando viendo los reflejos sobre el agua del canal me di cuenta de que todo lo que quería hacer estaba allí. Hubo un momento preciso en el que vi el cuadradito perfecto de una ventana reflejada en el agua y eso completó la imagen. Antes mis videos eran aproximaciones a problemas espaciales. Todas la imágenes posteriores que se mueven en el agua salen de ese momento revelador .”

Así mismo, la obra de los puntos negros ( 1i993, Sala Mendoza, 1993) en la exposición Estructuras, surge del diagrama del sonido de una gota de agua. Yo tenía el sonido grabado y los elementos constructivos ( las pelotas negras) y quería hacer algo con eso. Cuando fui a un estudio de grabación y vi el sonograma, me quedé fascinada pues allí estaba la obra, en ese momento la vi. 1i993 es una reproducción de esa lectura gráfica del sonido. Puede decirse que lo mismo sucede en la obra de las ranitas (1i006 Eleutherodactylus Coqui, Superficies), donde los quiebres en las líneas de luz cuando aparece el sonido, están vinculadas a los picos del sonograma de su canto .”

“Ya desde la exposición que hice en la Sala Mendoza, (Aires,1998), yo quería crear, sobre todo, una atmósfera, una atmósfera que tradujera en lenguaje geométrico el sentir del agua. En realidad siempre he hecho lo mismo, fíjate que ese paraboloide (1em006, en Superficies) se mueve como el agua” .


Verbatum
. El maestro

Yo estudié matemáticas porque pensaba que allí iba a encontrar algunas certezas, respuestas a mis incertidumbres, a   preguntas que yo ni siquiera puedo precisar pero que están allí.” Esa misma búsqueda probablemente la llevó a vivir unos años en el norte de Italia, donde tuvo la oportunidad de trabajar y estudiar con un conocido proyectista italiano que resultó ser uno de esos personajes cuya coherencia y fuerza pasan a ser marcos referenciales insoslayables. “Yo vivía en un pueblito llamado Castiglione della Stivere. Mientras estuve allí trabajé recogiendo frutas, y en las líneas de producción de fábrica de panettone. En esa época estudie en la escuela bodega de A.G. Fronzoni en Milano, un proyectista, un artista genial que tenía mucho de monje ascético. Era un hombre sumamente austero en su ser, en las formas de su cotidianidad y en su arte, que no hacía diferencias entre sus planteamientos estéticos y su vida. Era minimalista, y se movía sobre una racionalidad apolínea que reducía todo a sus elementos constructivos mínimos. Sus planteamientos eran globales y proponía que tanto la vida, como la obra había que proyectarla y pensarla cuidadosamente, y llevar esa conciencia de lo que se quería a todos los ámbitos de tu vida de una manera integral, incluyendo los gestos más automáticos y cotidianos. A él no le importaba que la gente que estaba en la escuela fuese de un proyecto arquitectónico, a uno gráfico a algo industrial, de hecho las personas que allí estábamos veníamos de muy distintos backgrounds y quehaceres. Lo que le importaba era la coherencia y dirección del proyecto. Él era muy constructivista, en el sentido de que las cosas eran de una manera y no de otra, y ciertamente había mucha rigidez en esa postura. Del cuadrado decía que era una expresión de orden en el mundo, y lo veía como el elemento constructivo de la retícula fundamental que organiza todo, de ahí deriva. Pienso que la retícula es el camino seguro, la plantilla que te da orden y disciplina, es sólo basándose en ese orden desde donde puedes más adelante ‘desordenar'. Fronzoni era, por supuesto, ateo ”.


Verbatum
. El eterno retorno

Yo siempre he hecho lo mismo, siempre he estado rotando, planeando, girando sobre la misma cosa. Los artistas constantemente creamos la misma obra. Mira, estos son unos ejercicios de cuando estaba en la escuela de artes gráficas aquí en Caracas, ya entonces puedes ver aquí una gráfica reticulada que buscaba el movimiento del agua .”

Ya aquí Magdalena quiere combinar algo fluido con algo geométrico. Me enseña las fotos de su primera individual, donde exhibió fotografías hechas a una vieja imprenta, donde todo simula ser detalles de una arquitectura muy constructiva. Le pregunto si ella sabe definir qué es esa cosa que está detrás de todo lo que ella ha estado haciendo a lo largo de estos años de creación artística dedicada. Se queda pensativa. Yo también. Mientras tanto ya se oyen las ranitas y las luces de la tarde bailan sobre las paredes blanquísimas.

Alicia Torres
Catálogo exposición 'Superficies'
2006
versión en inglés

 
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