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Los mares, en su profundidad y en su inconmensurable extensión, en la riqueza de
la vida que acogen, son regiones siempre misteriosas, impenetrables, que aluden
por igual a experiencias de serenidad o de violencia extrema, que permiten
reconocer y comprender la belleza de la naturaleza así como su fuerza, su poder.
Simbólicamente los mares remiten a instancias originarias y primeras, gracias a ello
en la densidad de sus aguas, siempre móviles y cambiantes, y surcadas por
corrientes en distintas direcciones, los hombres se encuentran a sí mismos, se
entienden en su dimensión orgánica, como partes de una realidad que los supera
y que desconocen. Los mares son lugares de nacimiento, transformación y
renacimiento, en este sentido, reclaman aventuras y descubrimientos,
comunicaciones y lejanías, y se instalan como lugares fronterizos que articulan la
geografía terrestre, rodeando y protegiendo la existencia humana. A partir de la
expresividad del cuerpo humano, de la fuerza de sus gestos y la elocuencia de sus
movimientos, la instalación corporal mares de Magdalena Fernández elabora una
re-construcción de estos diversos modos de “ser el mar” para los hombres, de su
poder y su actividad, de sus sonidos y su constante devenir, de sus misterios.
Los cuerpos forman una superficie móvil en la que diversos gestos y sonidos que
producen esos cuerpos revelan, como en una narración de imágenes abstractas
e insinuadas, los distintos estadios y elementos del mar: su continuo y rítmico
encontrarse suavemente con la arena de la playa, las agitadas olas que se erigen
cuando los vientos soplan vertiginosamente, las corrientes que surcan sus
profundidades, las sutiles elevaciones que conforman serenamente su “paisaje”.
Estos cuerpos, estos gestos, dibujan con fluidez, y de modo siempre cambiante, ese
lugar misterioso que refleja el curso de la vida humana, la fuerza de sus deseos
y sentimientos y lo insondable de su destino.
Sandra Pinardi
Programa de mano
mares/ instalaciĆ³n corporal
2018
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